Para mí, el crochet representó una bocanada de aire fresco.
Hace unos años tomé la decisión de mudarme a Suiza, que era el país de origen de mi esposo, lo que ocasionó un completo cambio en mi vida.
Me tocó comenzar desde cero en un lugar completamente diferente al país donde crecí, Venezuela, con un nuevo idioma y tradiciones muy diferentes a las mías.
Si bien, este cambio significó una gran aventura repleta de nuevas experiencias y aprendizajes, también representó la llegada de unos dolores y migrañas que no tenían explicación. Por esta razón, decidí acudir al médico y fue allí donde escuché una palabra que me llenó de mucho miedo “Fibromialgia”.
Yo siempre había sido una apasionada de los artes textiles pero con la mudanza y el proceso de adaptación a un nuevo país, había puesto esa parte de mi vida a un lado. Sin embargo, la amenaza de una posible enfermedad crónica me dio el impulso que necesitaba para retomar mi verdadera pasión que eran los hilos y las agujas.
Comencé haciendo uno que otro proyecto para mí y mi familia, luego mi hija pequeña tuvo la brillante idea de subirlos a Instagram, lo cual me brindó la oportunidad de retomar esa parte creativa en mi vida, esa que tanto me hacía falta y no me había dado cuenta.
Actualmente puedo decir que el crochet me salvó de la fibromialgia. Aunque los doctores y ejercicios me ayudaron muchísimo, practicar crochet fue lo que realmente me dio el ánimo y la fuerza para poder superar esa etapa de mi vida.
Ya te conté un poco sobre cómo el crochet cambió mi vida, cuéntame en los comentarios cómo crees que podría cambiar la tuya.